¿A dónde van los sonidos cuando termina el programa de radio?

Por Eva Fontdevila

Con la pregunta del título de la nota me interpeló una niña de 8 años en un taller de radio.

El interrogante inquieta, porque ante tantos agoreros del fin de la radio, 102 años después  el medio no sólo sigue vigente en cuanto al consumo  por parte de muchas personas adultas, sino que en los niños y niñas genera fascinación.

Los sonidos del programa, las voces, la música y hasta los silencios, le expliqué, se guardan en una computadora que, esta conectada a una consola y esta a un transmisor que llevan los sonidos por el aire y/o por los cables hasta los receptores analógicos o digitales que usamos.

Pero la pregunta se me clavó en el corazón. ¿Cuántas veces nos han preguntado si dentro del aparato de radio hay personas chiquititas hablando?

En un  trabajo reciente sobre el uso de la radio para la continuidad educativa en la pandemia, dirigido por Claudia Villamayor y con participación de investigadores/as de 8 universidades nacionales “descubrimos” que la radio fue particularmente importante para niños y niñas de nivel inicial, cuya educación pasa centralmente por lo lúdico y el descubrimiento del mundo sensorial, algo que hace a la radio también. El otro hallazgo es que para muchos/as adolescentes la experiencia radiofónica en pandemia les permitió hablar, hacerse preguntas, encarar temas difíciles o  a veces acallados en las aulas: diversidad de géneros, identidad, educación sexual, bullying…

En FM Raco recibimos casi todas las semanas a niños y niñas de las escuelas que se acercan junto a sus profes a compartir la experiencia de la lectura en voz alta, de la reflexión en torno a las efemérides, de la música, la canción la guitarreada. Los sonidos viajan por el aire de la emisora comunitaria, pero también por las redes sociales que hoy son parte también de la radio. La dulce melodía de una zamba entonada por una niña de El Siambón,  la palabra de la docente orgullosa, el emotivo saludo de un padre o madre, quedan guardados en una computadora, pero sobre todo quedan guardadas en el corazón de quienes nos sentimos, como decía José Ignacio López Vigil, radialistas apasionados/as .

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