Por Agustin Mazuy
En 2018 la asamblea general de las Naciones Unidas estableció el 24 de enero como el Día Internacional de la Educación para destacar su papel fundamental en la paz y el desarrollo de los países.
En este nuevo aniversario, desde la ONU decidieron poner especial énfasis en la vulneración del derecho a la educación de mujeres y niñas de Afganistán. “Invertir en las personas, priorizar la educación”, es el lema elegido para este año, y busca visibilizar la necesidad de que la política se involucre activamente para garantizar el acceso a una educación de calidad.
El derecho a la educación está reconocido en la convención sobre los derechos del niño. Sin embargo en la actualidad, hay 244 millones de niños/as y jóvenes sin escolarizar alrededor del mundo.
Una experiencia tucumana de trabajo por el acceso a la educación
Nuestra provincia no es ajena a las problemáticas que impiden el acceso de niños y niñas a una educación de calidad. Es por eso, que desde el Estado como de organizaciones civiles llevan adelante programas destinados a cambiar esta realidad.
Yenifer Safe Capisano es profesora en Ciencias de la Educación, y trabaja en la Fundación León como asesora pedagógica, acompañando los programas educativos de la entidad.

-¿Qué nos podés contar del trabajo que realizas como pedagoga?
En mi rol de asesora pedagógica trabajo, planificó y evaluó en conjunto con las y los coordinadores de programas educativos, cuáles son las propuestas educativas que acercamos a las comunidades.
Pensando en la primera infancia, contamos con el programa HIPPY- aprendiendo en casa. El programa se realiza de manera conjunta con la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), y consiste en trabajar con los padres y madres de niñas y niños de 2 a 5 años, para que ellos promuevan habilidades cognitivas y sociales a través de la lectura de literatura.
Fundación León también cuenta con el programa Futuros Egresados, que acompaña a adolescentes que transitan por la escuela secundaria. Los beneficiarios asisten a las escuelas públicas de la provincia, y se encuentran en situación de vulnerabilidad. Como parte del programa, estos adolescentes reciben una beca desde que están en 2do año hasta que egresan.
El programa se realiza en alianza con la Fundación Cimientos, y tiene por objetivo promover el egreso efectivo.
Dentro del programa trabajamos en la promoción de habilidades socio emocionales, porque entendemos que son las herramientas que los adolescentes necesitan para poder completar el nivel secundario.
Todos los beneficiarios del programa cuentan con el seguimiento de un técnico o técnica, generalmente psicólogos o pedagogos, que trabajan en encuentros individuales y grupales donde se reflexiona sobre lo escolar, y focalizándose en habilidades puntuales para fortalecerlas mes a mes.
Los adolescentes pueden renovar su beca año tras año, si cumplen determinados objetivos como por ejemplo el pasar de curso, haber tenido compromiso con el programa, y contar con asistencia regular. Sin embargo, entendemos que las trayectorias escolares no son lineales, nosotros trabajamos con trayectorias escolares reales, y obviamente se evalúan cuáles son los diferentes factores que pueden influir en que un adolescente quede de curso, y de igual manera puede renovar su beca a pesar de esto.

– ¿Cuáles crees que son las principales problemáticas que dificultan que los y las jóvenes puedan completar sus estudios?
Creo que las principales problemáticas que obstaculizan el egreso de cualquiera de los niveles educativos, en nuestra provincia son la pobreza y la desigualdad social. La situación de vulnerabilidad que afecta a la mitad de niños y adolescentes de nuestro país.
Una persona en situación de vulnerabilidad, por ahí tiene otras preocupaciones más a corto plazo y urgentes, que obstaculizan esta proyección a largo plazo que es la escolarización. El tener que estar pensando en cómo generar un ingreso para sobrevivir este mes, lleva a que los padres no tengan tiempo para acompañar a esos niños, niñas y adolescentes en su trayectoria.
Ese acompañamiento viene también por el lado de garantizar las condiciones para que una persona pueda estudiar. Tiene que tener un tiempo, un espacio específico para poder estudiar, tiene que generar hábitos de estudio, tiene que contar con libros en la casa, con internet, con los recursos que faciliten esa etapa de aprendizaje. Si pensamos en las desigualdades que genera la pobreza, vemos que 6 de cada 10 niños no tienen una biblioteca en su casa.
Con respecto a los y las adolescentes, este tiempo y espacio de estudio también se encuentra fuertemente condicionado por sus propias necesidades inmediatas en el marco de su familia. Si pensamos en término de género, las mujeres son las encargadas del cuidado de los niños, mayores y personas con discapacidad de las casas. Por su parte, los varones también por mandato social y por una necesidad económica real, son los encargados de salir a trabajar.
Todo esto les quita la posibilidad real de volver de la escuela y dedicarle el tiempo que necesita el estudio, además de no contar con los recursos materiales necesarios. Es por eso que todos los informes educativos existentes dan cuenta que el mayor porcentaje de desertores del nivel secundario son estas personas que están en una situación de pobreza, la cual por lo general es estructural y se repite de generación en generación.
¿Crees que el sistema educativo actual es realmente inclusivo? En caso de que la respuesta sea negativa ¿qué debería cambiar para que si lo sea?
Si bien existen mejoras como la creación de muchos edificios nuevos y la capacitación a docentes para trabajar con alumnos con discapacidad intelectual realmente creo que estamos muy lejos de pensar en inclusión. Si pensamos que en algunas escuelas de Tucumán falta el agua, se cae cualquier pretensión de inclusión educativa.
Pero creo que lo alentador es que a nivel social ya se piensa en poder garantizar la inclusión educativa.
Ahora para que se cumpla, creo que se necesitan recursos materiales. En cuanto a la estructura edilicia de las escuelas, no todas las escuelas tienen una biblioteca, un laboratorio, y si pensamos en el invierno, las escuelas son frías y solo tienen una estufa. El verano es caluroso y solo tienen ventiladores. También el sistema de transporte, encargado llevar a los alumnos cuenta con problemas. Esos son algunos de los aspectos materiales que se deben mejorar para garantizar la inclusión.
En el plano pedagógico, hoy se habla de trayectoria educativa de baja intensidad. Hablamos de adolescentes que por diversas cuestiones relacionadas a su historia de vida, no van siempre a la escuela, pero asisten de vez en cuando, y la escuela tiene la obligación de recibirlos y también la obligación de garantizar la continuidad pedagógica, pero realmente no tiene las herramientas para garantizar dicha continuidad. El adolecente termina después estudiando únicamente lo básico de cada materia.
Esta trayectoria educativa de baja intensidad tiene que ver con cómo es la continuidad pedagógica, la asistencia, el compromiso de estos adolescentes, y también lo que se aprende en las escuelas. Está ligado a la calidad educativa, a evaluar si el tiempo en la escuela es un tiempo que me permita aprender, crecer, pensar y aquí pensamos en que tan enriquecedoras son las clases de los y las docentes. Qué tan abierta está la escuela a la comunidad, como la recibe la comunidad. Pensar en trayectoria de baja intensidad es pensar en la propuesta pedagógica de la institución.
-¿Te tocó ver casos de beneficiarios del programa que hayan podido mejorar su calidad de vida gracias a poder seguir adelante con sus estudios?
Lo lindo de trabajar con Fundación León, es que puedo conocer a personas que pueden modificar su realidad. Personas que pueden sortear todos estos obstáculos que venimos hablando, pero que lo hacen a través del acompañamiento de otro. De un otro que tiene las herramientas para pensar en cómo son estos espacios donde se reflexiona sobre lo escolar, como son estos espacios donde le puedo compartir herramientas a los padres y madres para que promuevan la lectura en su hogar.
Lo que me motiva de trabajar en Fundación León es poder ver personas que egresan del secundario y tienen dentro de su proyecto de vida la idea de seguir estudiando a nivel terciario o universitario. O ver también personas que terminan el secundario y tienen la aspiración de insertarse en el mercado laboral, pero pensando en un trabajo donde se respetan sus derechos como trabajador.
Una de las cosas que más motiva es ser partícipe de esta acción que derriba mitos sociales como que los niños no quieren leer, que los padres no tienen herramientas para acompañar las trayectorias educativas de sus niños. Acá tenemos padres que se preocupan porque sus hijos e hijas lean y asistan a la escuela.

-¿Te animas a brindar una reflexión final?
El día de hoy nos invita a reflexionar y concientizar sobre el valor de la educación, y sobre todo a que no naturalicemos todos estos factores que obstaculizan el tránsito por el sistema educativo, y que hacen sentir a las niñas, niños y adolescentes como responsables del abandono. Acá hay un sistema que debería repensarse.
Sin embargo, es importante destacar que hay muchas conquistas como el programa Juana Manso , la oferta de capacitación y formación docente, son progresos que estamos teniendo. Pero todavía debemos seguir trabajando y ser conscientes de ese trabajo que resta por hacer.