Este domingo 20 de noviembre se cumplen 33 años desde que la Asamblea General de Naciones Unidas, aprobara La Convención sobre los Derechos del Niño. Es el tratado de derechos humanos más ampliamente ratificado de la historia y se adoptó en 196 países.
Al momento de su creación, la Convención se apoyó en cuatro principios fundamentales para dictar los 54 artículos que la componen. Estos principios fueron: el interés superior del niño, el derecho a la vida, a la supervivencia y al desarrollo, la participación infantil y la no discriminación.
Sin duda, la Convención significó un punto de inflexión en la lucha porque se reconozca a los niños como sujetos de derecho. Progresivamente deja de considerarse a la infancia como objetos tutelados por los adultos y va ganando paso el enfoque que les reconoce voz propia, dignidad y legitima su expresión y mirada del mundo. Al tiempo que obliga a los estados a desarrollar políticas que ayuden a garantizar a niños y niñas el ejercicio pleno de los derechos.
Argentina ratificó la Convención en 1990 y en 1994 le otorgó rango constitucional para comprometerse con la tarea de garantizar todos los derechos establecidos en la Convención a todos los niños, niñas y adolescentes (NNyA) que viven en nuestro país.
Los derechos de NNyA mirados desde Tucumán
En el marco de este aniversario compartimos reflexiones de tucumanos y tucumanas que desde distintas áreas vienen trabajando para consolidar políticas que promuevan los derechos de las infancias. Señalan avances a 33 años de la CDN y desafíos que aun marcan caminos por recorrer. También destacan las principales problemáticas que enfrentan los niños y niñas en la sociedad actual.

“La soledad infantil es una de las epidemias más extendidas y menos esperadas del siglo XXI (Congreso europeo de pediatría, Roma 2017). Acompañar a nuestros niños, niñas y adolescentes no sólo implica resolver necesidades materiales. También necesitan contar con los adultos y adultas desde lo emocional”.
“Poner en práctica los derechos de los niños, niñas y adolescentes, poniéndolos a ellos y ellas en el centro de la escena como sujeto de derecho, interpela a los adultos a crear espacios y momentos donde sean esos niños, niñas y adolescentes los protagonistas, donde no sólo participen sino que son escuchados”.

“Si no trabajamos con la perspectiva de Derechos en cada una de las áreas y en cada espacio-tiempo donde las niñas y los niños habitan y transitan, la “Declaración de Derechos de niños, niñas y adolescentes”, más que una herramienta de acción para “instituir infancias”, va a quedar como enunciado, retórica, una construcción de infancias solo en el universo simbólico de los adultos”.
“Tenemos la responsabilidad política de transversalizar cada rincón y cada acción con la perspectiva de derechos, para instituir infancias. Urge escuchar, recuperar la mirada, la voz y el gesto que sostiene y que acompaña en cada lugar donde estemos, para que los derechos vivan en las infancias y no sean una efeméride”.

“Para hablar de Derechos de niñxs y adolescencias, toma central relevancia la Convención sobre los Derechos de NNyA, que nos permite posicionar a lxs niñxs como sujetos de derecho y no como objeto de protección; eso implica explicitar el derecho a la vida, a crecer en familia, libres de violencias, a ser escuchados, al juego, a la salud integral, a la participación, a tomar decisiones, e incluso elegir quién lxs represente. Estos derechos son transversales a los tres poderes, las organizaciones, y a la población en general”.

“Un niño es el presente, a él nosotros no podemos contestarle mañana, su nombre es hoy” . “Nuestro compromiso es trabajar por los derechos de cada niño o niña, cada día, todos los días”

“A 33 años de la Convención de los Derechos del Niño, las infancias y adolescencias, siguen siendo un desafío pendiente. Esto requiere un diálogo global, sobre la base de acuerdos mínimos, que permitan avanzar sobre una agenda con perspectiva de Infancias y adolescencias, en todos los ámbitos, una agenda que hay que trabajar juntos, con ellos y para ellos, porque son quienes nos muestran la agenda que viene, un mundo inclusivo, con temáticas que les importa, como el cambio climático. Aquí particularmente en Argentina, necesitamos que la vida de niñas, niños y adolescentes, deje de oscilar entre la pobreza y la criminalización y llenar ese vacío legal y contar con un código penal que tipifique la venta de niñas y niños, entre otras cuestiones urgentes, porque son infancias y adolescencias quienes nos muestran que hay esperanza de un mundo mejor”.
Un mundo por construir
33 años y un sin fin de cambios, separan el mundo que aprobó la Convención sobre los Derechos del Niño en 1989 con nuestra realidad actual. Sin embargo la construcción de condiciones que garanticen los derechos básicos de NNyA (acceso a la salud, educación, cultura, a una vida libre de violencias, a la dignidad, identidad, a la no discriminación, al juego, a la recreación, al alimento, a una vivienda digna, etc) siguen siendo desafíos de los Estados en Argentina, en los países de nuestra región y en muchos países del mundo.
Fenómenos relativamente “actuales” como el Grooming se suman a las viejas problemáticas como el trabajo infantil y la pobreza, que aún hoy afecta a la mitad de los niños en nuestro país. Esta realidad, demuestra que a pesar de los innegables avances en cuanto a la defensa de la niñez se refiere, aún falta mucho por hacer.
A 33 años de un momento histórico para los derechos del niño, es justo permitirnos soñar con un mundo donde el color de piel, la clase social, el sexo o la nacionalidad, no condicionen el dia a dia de los niños y niñas, y que mucho menos funcionen como impedimentos que les nieguen la posibilidad de crecer en un ambiento sano, donde se respecte su voluntad, su voz, integridad y derechos básicos.