Más mujeres científicas es igual a más desarrollo

Por Emanuel Gall

El Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia fue establecido en 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, con el objetivo de promover el acceso y la participación plena y equitativa en la ciencia de las mujeres y niñas en pos de la igualdad y la lucha contra la brecha de género. Este año, el lema es “Innovar. Demostrar. Elevar. Avanzar. Sostener (I.D.E.A.S)”, y se centra en el papel que desarrollan las científicas en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

En un mundo desigual y con grandes brechas de género en las formas de participación y en los espacios en donde se toman decisiones, sigue siendo un desafío incorporar la perspectiva de las niñas y las mujeres para que la ciencia responda a las necesidades de toda la población.

Según la organización Chicas en Tecnología (CET) (https://chicasentecnologia.org/dia-de-la-mujer-y-la-nina-en-la-ciencia-2/ ) “de cada tres personas que se dedican a la investigación en ciencia e ingeniería, solo una es mujer; mientras que representan solo el 22% de profesionales que trabajan en el campo de la Inteligencia Artificial, según datos de las Naciones Unidas. Además, son una minoría en los puestos técnicos y de liderazgo en las empresas de tecnología”.

Valeria Edelsztein, cofundadora del proyecto de divulgación Científicas de Acá https://www.cientificasdeaca.com/, un proyecto creado para visibilizar a las mujeres que trabajaron y trabajan haciendo ciencia y tecnología en Argentina declaró para TELAM (https://www.telam.com.ar/notas/202302/619734-mujeres-ciencia-tecnologia-investigadoras-stem.html) que “Las mujeres estamos más presentes en las Ciencias Sociales, Humanidades, y Ciencias Médicas, que implican actividades de cuidado asociadas al género; y sub representadas en Ingenierías, Matemática, Física e Informática”.

Los datos de la última investigación de Chicas en Tecnología, “Una carrera desigual: la brecha de género en el sistema universitario de Argentina” (https://www.telam.com.ar/notas/202210/609202-mujeres-tecnologia-brecha-genero-universidad-programacion.html), muestran que las mujeres representan solo el 34% del estudiantado de disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática) y el 17% del estudiantado de programación.

En un relevamiento de más de 7.000 títulos de grado en universidades públicas y privadas de todo el país entre 2011 y 2019, CET concluyó que si bien la matrícula universitaria creció un 20% en ese período, en las disciplinas STEM lo hizo a un ritmo menor.

Las mujeres tuvieron más participación en el crecimiento de la matrícula universitaria total (23%, y los varones 16%), pero en el caso de las carreras STEM su participación se estancó.

En las carreras ligadas a la programación, sólo hay un 12% de estudiantes mujeres, lo que hace prever que la participación femenina en estas áreas de alta demanda laboral (y buena remuneración) no repuntará en un futuro próximo.

Según datos del Conicet en 2022 las mujeres representaban el 54,3% de las personas que investigan dentro del organismo, pero a medida que se avanza en la carrera científica la participación femenina cae hasta llegar al 26% en la categoría de Investigador Superior.

El Informe de la UNESCO sobre el papel de la mujer en las disciplinas STEM, señala que sólo el 3% de las estudiantes mujeres que escogen cursar estudios superiores eligen tecnología, información y comunicaciones. El 5% escoge ciencias naturales, matemáticas y estadística. El 8% de las estudiantes se dedica a ingeniería, fabricación y construcción; y el 15% escoge carreras relacionadas con la salud y el bienestar, como medicina o enfermería.

Un informe sobre usos de tiempo y brechas de género en el sistema científico y tecnológico de la provincia de Santa Fe que publica el portal UNO (https://www.unosantafe.com.ar/santa-fe/ciencia-santa-fe-las-mujeres-trabajan-mas-horas-que-los-varones-y-ganan-menos-n2563601.html) muestra que si bien hay bastante paridad en cuanto a la participación en el ámbito de la ciencia y la tecnología dado que en la provincia el 58% de investigadores son mujeres y el 42% varones, y los tiempos dedicados al trabajo remunerado son similares para ambos géneros, la dedicación al trabajo doméstico y de cuidados no remunerados es desigual, “en los institutos de investigación y en universidades las mujeres dan un promedio de 3 horas 22 minutos y los varones 2 horas 25 minutos. En esta línea, existe la brecha salarial: los varones ganan un 8% más que las mujeres en los institutos y un 26% más en las universidades, en promedio de todos los cargos. En este sentido, se tiene en cuenta la doble jornada laboral que las mujeres tienen entre el trabajo remunerado y las tareas domésticas y de cuidado”.

Además ese informe detalla que el 66% de las investigadoras en universidades debe pagar personal doméstico en comparación a un 57% en varones. Y un 15% de mujeres paga también personal que hace trabajo de cuidado, contra un 5% por parte de varones.

Más Incentivos para que las mujeres hagan ciencia

Promover políticas de inclusión de las mujeres y las niñas en la ciencia contribuye a igualar derechos y a un mayor protagonismo en el diseño de soluciones tecnológicas y en el desarrollo científico.

Superar los estereotipos de género que se consolidan en la infancia y difundir más información sobre ciencia y tecnología, además de ilustrar sobre cuáles son las tareas y empleos de quienes se dedican a las tecnologías y la programación, destacando a referentes femeninas de esos campos sigue siendo una necesidad y una herramienta.

Las responsabilidades familiares y los prejuicios que enfrentan las mujeres al momento de elegir su campo de estudio son otros obstáculos a superar. Por eso se vuelven relevantes las políticas activas que incidan en la distribución justa de las tareas de cuidado en el ámbito familiar. Maternar no debería ser sinónimo de abandono de vocaciones y responsabilidades laborales, pero para eso se necesitan paternidades presentes que asuman tareas de cuidado, acompañamiento de las infancias en los momentos más cruciales durante los primeros años de vida. 

Para países en desarrollo como Argentina el desarrollo científico motorizado por mujeres, además, se vuelve una necesidad para el desarrollo de las economías y las sociedades.

En la actualidad los servicios basados en el conocimiento aportan el 10% del PBI y el 20% de las exportaciones argentinas. Una mayor equidad de género en las actividades de Ciencia y Tecnología es una cuestión de justicia, pero también una nesecidad en el modelo de desarrollo de nuestro país.

Es importante que haya mujeres porque ellas aportan otra mirada. Sin equidad de género, no solo hay escasez de talento sino que la ciencia se vuelve sesgada, y los productos y servicios que se obtienen terminan siendo útiles a medias.

En la nota de Telam citada más arriba, se señala que “el 80% de los medicamentos retirados del mercado estadounidense entre 1997 y 2000 fueron prohibidos por efectos secundarios producidos en mujeres, e investigaciones posteriores mostraron que en la mayoría de los ensayos clínicos de seguridad y eficacia no se las había incluido, escribió Agostina Mileo (conocida en las redes como La Barbie Científica) en su libro “Que la Ciencia te Acompañe”.

Desde el aporte que hacen las ONG se puede destacar el programa de Mentorías de Chicas en Tecnología, del que ya participaron 50 jóvenes de la región, una iniciativa que busca que las jóvenes puedan desarrollarse en esas áreas, potenciar sus habilidades y aportar sus perspectivas al ecosistema. Cada equipo trabaja con referentes y profesionales que monitorean el desarrollo de tecnología con impacto social. La experiencia les brinda soporte y acompañamiento y las impulsa y orienta en el desempeño de sus carreras. En estos procesos las mujeres desarrollan habilidades para ocupar roles de toma de decisión y crecer en las carreras que moldean el presente y futuro. Las participantes de la Comunidad CET tienen entre 16 y 24 años y transitan etapas de crecimiento y planificación de sus próximos pasos académicos y profesionales o se encuentran en pleno desarrollo de sus habilidades de organización, comunicación y relaciones interpersonales.

En el plano de la visibilización y la comunicación se destaca el movimiento ‘No More Matildas’, una campaña impulsada por la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT) que denuncia la falta de visibilidad de las científicas y ofrece material académico para incluir algunas a las grandes figuras en los libros escolares. O el trabajo de la colectiva de Investigadoras y becarias del CONICET y de otras instituciones de Santiago del Estero, AMAUTA HUARMIS, que realizan actividades para todo público para visibilizar los aportes positivos de las mujeres en la ciencia. Según sus propias definiciones Amauta tiene como objetivos “visibilizar el rol de las mujeres en la ciencia, deconstruir la imagen establecida en el inconsciente colectivo sobre las/os científicas/os, despertar las vocaciones científicas desde temprana edad y promover la participación de toda la población santiagueña en este ámbito”.

Incentivar a las niñas a que hagan ciencia y tecnología desde los primeros años del trayecto en el ámbito educativo es clave para que participen en las disciplinas científicas y tecnológicas. Hay que llevar y explicar la ciencia, lo que se hace en los laboratorios, a las escuelas, colegios, a los institutos. Trabajar para quitar prejuicios, explicar que las ciencias no son cosas raras que hacen personas extravagantes sino que gracias a la ciencia se puede avanzar y se puede mejorar la calidad de vida de todos y todas.

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