Por Emanuel Gall
Se necesitan más niños protagonistas de noticias. Como sociedad necesitamos informarnos y conocer experiencias positivas en el campo del deporte, el juego, la educación, la cultura, las tecnologías y las ciencias cuyos sujetos centrales sean las infancias. En el Informe 2022, del Monitoreo de noticias sobre infancia y adolescencia en medios de Argentina, que elaboraron la Defensoría del Público y UNICEF, con apoyo del CONACAI (Consejo Asesor de Comunicación Audiovisual e Infancias) y la Senaf se volvieron a mostrar resultados conocidos y que se repiten desde hace décadas, que estigmatizan el lugar de la niñez en el plano informativo.

Cuando se habla de niñez y adolescencias en los medios los ejes temáticos más recurrentes son los que los relacionan con hechos violentos (21, 69 %) y de inseguridad (20,32 %). O sea se habla de infancias pero para relatarlos como víctimas, como generadores de diferentes tipos de violencias, y/o como productores de riesgo para sí mismos o terceros.
La consecuencia de esto es que las personas que consumen dichos medios se acostumbran a una forma de comunicar las infancias que es esencialmente vulneradora de sus derechos puesto que aparecen reflejadas sólo cuando son víctimas o presuntas ejecutoras de un delito. Estos aspectos terminan siendo identificados como atributos constitutivos de las prácticas de las infancias y juventudes y esa idea se va consolidando a fuerza de repetición.
Después de temas vinculados a violencia e inseguridad le siguen noticias relacionadas con Educación (13,12%) y en cuarto lugar Salud (12,7%). Estas cuatro temáticas representan el 67,83 % del total de noticias relevadas, constituyendo más de la mitad del escenario mediático.
En el marco del seminario “Niñez, adolescencia y medios. Lo que los medios dicen de chicas y chicos. Lo que chicas y chicos dicen de los medios” organizado en noviembre de 2022 en Córdoba por la Defensoría del Público se expresó que: “Las chicas y chicos no consumen noticias por medios tradicionales y es preocupante que digan que se tienen que cuidar de lo que publican en las redes. En los medios se da poco espacio a chicas y chicos, se los invisibiliza para, presuntamente, protegerlos tanto que se los quita de escena. Cuando se les da espacio es para estigmatizarlos, aparecen en noticias policiales o como protagonistas de protestas, aunque no se explican los motivos, por ejemplo en las tomas de las escuelas”.

Cambiar el chip del periodista
Los periodistas y comunicadores deben capacitarse en derechos de las infancias para mejorar la calidad de sus producciones y adquirir la habilidad de construir agendas más frondosas y representativas del mundo diverso de infancias realmente existentes. Como consumidores de medios y audiencias también podemos adquirir herramientas que nos faciliten la tarea de identificar buenos temas y ejes problematizadores, planteos complejos e historizados y fuentes legitimas para construir relatos esclarecedores y que ayuden a la comprensión de los temas abordados. Las audiencias preparadas para ejercer una lectura crítica también ayudan a mejorar el nivel del periodismo, a diversificar temas, a relatar con información de mejor calidad.
Una de las recomendaciones tiene que ver con que los y las periodistas conozcan la legislación sobre el tema (los relacionados con derechos comunicacionales de las infancias) para incorporarla en el ejercicio de sus prácticas cotidianas.
Preguntar y preguntarnos antes de publicar
En el material COMUNICACIÓN, INFANCIA Y ADOLESCENCIA. GUÍA PARA PERIODISTAS COMUNICACIÓN DEMOCRÁTICA producido por UNICEF ( disponible abajo o en https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/2020/09/senaf-unicef-conacai-def.publico-_comunicacion_-_comunicacion_democratica_-guia_periodistas.pdf) se recomienda a los comunicadores y comunicadoras verificar el enfoque de sus informes y notas periodísticas sobre infancias formulándose algunas preguntas antes de publicar. Son como chequeos previos que organizan la mirada y sirven de termómetro para ir calibrando el enfoque.
1. ¿Está incluida la voz y la visión de niñas, niños y adolescentes en el tema al que la nota se refiere?
2. Esos testimonios, ¿están incluidos en pie de igualdad con los restantes que la nota contenga?
3. ¿El contenido trata por igual a todas las identidades de género y sin discriminar por origen geográfico y socioeconómico, pertenencia cultural, ideología y religión?
4. En caso de diversas situaciones y temas de alcance social, como consumos, desempeños educativos, hostilidad o violencia, ¿verificó qué políticas y planes se refieren a ella, cómo funcionan y qué servicios ofrecen?
5. ¿La nota incluye a especialistas que cuenten con conocimientos y estudios específicos sobre niñez y adolescencia?
6. ¿La nota contiene estadísticas consolidadas y específicas sobre niñez y adolescencia?
7. ¿La nota incluye los datos sobre centros de atención y ayuda, programas disponibles y otros recursos útiles para las audiencias?
8. Si se trata de una situación vinculada a delitos, ¿está protegida la identidad y la intimidad de niñas, niños y adolescentes involucrados?
9. ¿Es seguro que la mención de otras fuentes y circunstancias protege la identidad de niñas, niños y adolescentes?
10.Si hay acusaciones de acciones ilegales, ¿están debidamente identificadas las fuentes que las formulan?
Periodismo para ejercer derechos
La conjunción entre periodistas sin enfoque de derechos y audiencias consumistas que no ejercen una lectura crítica pone en riesgo una de las garantías fundamentales del sistema democrático, el ejercicio pleno del derecho de “buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole”, como está escrito en la Constitución Nacional (artículo 13).
El desafío de la formación permanente en estos temas tanto a periodistas como a docentes, personas mayores y niños sigue siendo el camino hacia la calidad informativa y por ende hacia una construcción de una ciudadanía más encaminada a defender los valores democráticos.
La formación en derechos comunicacionales de las infancias y el desarrollo del pensamiento crítico facilita la disponibilidad de herramientas para el reconocimiento de fuentes de información, su contraste, chequeo y consulta con organismos habilitados u oficiales, que permitan a los ciudadanos detectar y desactivar posibles mensajes engañosos (fake news) o medias verdades.
La Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual que se sancionó en 2009 después de una lucha de 25 años en plena democracia promueve una concepción de la comunicación como derecho humano y de las audiencias como sujetos de ese derecho.
El tratamiento respetuoso de los derechos de los sujetos cuando se trata de temas socialmente sensibles predispone audiencias más racionales, comprometidas y reflexivas. Y menos impulsivas, emocionales, indignadas y violentas.
Comunicación para más Democracia
En el artículo Evitar el fraude comunicacional( https://www.pagina12.com.ar/525445-evitar-el-fraude-comunicacional) Washington Uranga sostiene que “la comunicación es un ámbito de lucha simbólica por el poder y, en consecuencia, un espacio de ciudadanía. Surge entonces la pregunta ¿cómo se produce allí la participación política? Sobre todo porque no se trata apenas de audiencias, sino de ciudadanos y ciudadanas que deben tener la posibilidad de ser escuchados con atención, de expresarse, de opinar, de criticar, de juzgar y de aportar sus propios puntos de vista buscando además que los mismos alcancen a otras personas”.
Luego retoma aportes de la investigadora cordobesa María Cristina Mata y su noción de “ciudadanía comunicativa” como ese “reconocimiento de la capacidad de ser sujeto de derecho y demanda en el terreno de la comunicación pública, y en el ejercicio de ese derecho. Remite necesariamente a derechos civiles –la libertad de expresión, el derecho a la información, la posibilidad de exigir la publicidad de los asuntos públicos, etc.–, jurídicamente consagrados por diversos instrumentos tales como la constitución de los Estados, leyes, decretos, disposiciones reglamentarias”.
Uranga amplia el concepto sosteniendo que “la ciudadanía comunicativa se entrelaza con las referencias identitarias y los reclamos más generales de igualdad ya no sólo en relación al Estado sino en relación con la acción del mercado y todo tipo de dispositivos que promueven la desigualdad”.
“¿Cómo puede la ciudadanía participar en ese escenario de manera significativa, directa, con capacidad de incidencia?”, se pregunta el autor. Y la respuesta nos lleva a pensar en un desafío complejo, en un escenario comunicacional absolutamente concentrado a través de monopolios u oligopolios que amenazan la libertad de expresión y de información, y a la misma democracia.
Además de formar y capacitar periodistas y audiencias la salida es política. Desde los ámbitos institucionales y gobiernos, se deben abrir las posibilidades del intercambio democrático en el ámbito de la comunicación, generando propuestas de acceso, participación y producción de comunicación para el presente y para el futuro, como parte de los necesarios escenarios democráticos.